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LA YOGA, MAL VISTA POR LOS COMUNISTAS

Pr. OM Lind

 

 yoga mal vista comunistas

 

   Bien sabido es que en China, la renovación social es total, además de totalitaria. E­sto implica que todo lo antiguo está, por fuerza de las necesidades modernas, caduco y debe ser substituido de manera sistemática. En China, por tanto, la yoga ha perdido sus derechos de ciudadanía natural.

   La gran URSS viene publicando artículos conminatorios con respecto a la yoga. Últimamente se aduce enfáticamente que la ciencia soviética ha sobrepasado la yoga, por tanto, que los yoguis de la India y China no tienen nada que enseñar al mundo. De esta manera, con simples plumazos, se pretende erradicar radicalmente todo vestigio de la cultura oriental tan milenaria como la propia inteligencia humana. Sin embargo, es preciso tomar en cuenta dos hechos capitales, antes de admitir como verdades absolutas los estribillos de la propaganda interesada. En primer término, la Yoga es una ciencia, y como tal no es ni hindú ni china exclusivamente; es humana y universal, o sea de todo el mundo y de todos los tiempos. Por otra parte, antes de pretender aniquilar una realidad, es preciso sustituirla por otra más válida, y esto ni los chinos ni los soviéticos rusos lo han logrado, si es que lo han intentado en alguna medida. Cabe añadir, si se nos permite, que fuera de toda intención polémica, la Yoga subsistirá en el mundo mientras la humanidad necesite de paz y sosiego, y tenga urgencia de satisfacer sus inquietudes y una mejor comprensión de los mecanismos secretos de la personalidad humana así como de sus relaciones con el entero universo. Mientras la gente sufre cara las realidades de la vida, y quiera contener los avances de la vejez o de la enfermedad, o los estragos del mal carácter y de la miseria moral, o de los vicios del espíritu, será indispensable la YOGA CIENTIFICA. Mientras los individuos tengan necesidad de regularizar sus funciones fisiológicas, educar sus nervios, contener sus emociones, equilibrar sus mecanismos vitales y psíquicos o inclusive educarse para vivir mejor o para disfrutar mayormente de la vida, la YOGA CIENTIFICA tendrá su lugar entre las grandes instituciones culturales y civilizadoras.

   Conste que hablamos de la YOGA CIENTIFICA. Esto excluye todo partidismo político, religioso o simplemente afectivo. La ciencia se fundamenta exclusivamente en realidades concretas, inmediatas, positivas, y si esto le da a veces un carácter limitado no por ello es de desdeñar, ya que no pretende sino tratar de cosas actuales y obvias. El dolor humano, las preocupaciones, los complejos psíquicos, las deficiencias mentales, las limitaciones de la percepción, la voluntad y otras facultades, son otras tantas realidades concretas que requieren una atención especial, lo mismo que los problemas de la personalidad, las angustias, los conflictos morales, las anomalías sexuales, los ritmos biológicos y en fin el equilibrio de las funciones mentales en general, constituyen realidades que la entera humanidad anhela atender con carácter apremiante, ya que son fuentes de muchos conflictos y los verdaderos causantes de todos los males mayores del mundo.

   Insistimos, pues, diciendo que la YOGA CIENTIFICA no ha de ser fácilmente desalojada de este mundo, a menos que de una manera u otra se adopte sus principios y se acabe de poner en práctica de manera definitiva sus métodos de auto mejoramiento de la personalidad humana. Hablamos de “auto mejoramiento”, porque se trata de veras de un esfuerzo propio. La Yoga no es ni una doctrina ni un culto, ni mucho menos un medicamento que se administra, o una especie de baño turco o sueco, ni un sistema de compresión y manipulación del cuerpo humano hasta hacerlo perder sus excesos de grasa y agua. La genuina YOGA es ante todo una cultura científica físico-mental, cosa que aún en el caso de que la entera humanidad fuese y gozase de una perfección paradigmática, resultaría muy beneficiosa por no decir indispensable, ya que como método preventivo es un coadyuvante maravilloso para la conservación de la salud y del vigor juvenil, así como de la belleza corporal, la magnificencia mental y la felicidad en cierta medida.  Nada se perderá jamás, por tanto, con seguir practicando la Yoga científica.

   No es un secreto para nadie que la mayoría de la humanidad, la inmensa mayoría por cierto, es enfermiza o padece de algún mal, o sufre sumergida por inquietudes, preocupaciones, temores, angustias, complejos psíquicos, etc. La propia desnutrición y la falta de adecuada educación mental constituyen graves defectos que podrían resultar a la larga más peligrosos que la lepra, el cáncer y las enfermedades cardiacas combinadas. De hecho, la miseria y la ignorancia constituyen factores determinantes de las desdichas humanas tanto en lo social como en lo económico, para no mencionar sino estas fases de la vida moderna. Pero cabe decir con entereza que aun la religión y la familia con sus complejidades matrimoniales y de educación necesitan de la YOGA CIENTÍFICA, y que sería difícil si no imposible criticar, condenar o prohibir un método de auto condicionamiento del cual resultan invariablemente beneficios mentales y físicos indiscutibles. Esto ha llamado la atención de muchos educadores, sociólogos y psicólogos modernos, y es lo que hace que la Yoga esté tan en boga en todos los países civilizados. Es más, nosotros diríamos que no se puede esperar mucho bien de una humanidad enfermiza, corrompida, falta de carácter, mentalmente caótica e impreparada, o simplemente inculta, imbeciloide y subdesarrollada en todos los sentidos; a trueque todo lo bueno imaginable se hace posible cuando los individuos son de veras saludables, tanto en físico como en lo mental, bien equilibrados y con disposiciones para una vida sana, inteligente y de sublimes realizaciones. Últimamente, grandes sociólogos británicos demostraban de manera asazmente científica que el coeficiente mental de las nuevas generaciones iba en disminución a medida que los siglos avanzaban. En otras palabras, las nuevas generaciones son menos capaces mentalmente que sus antepasados, y esto llena de inquietudes y horror a los mayores y a los estadistas, que descubren en ello una terrible amenaza peor que el comunismo y todos los flagelos posibles, ya que una humanidad mentalmente deficiente corre a sus peores consecuencias, a los desastres comparables a la desaparición de las especies en otras épocas geológicas. No es ni la guerra ni el ateísmo, ni el cáncer o los vicios y la nicotina lo que más se debe temer, sino la incapacidad mental y física del hombre frente a las circunstancias, sus estados de inanición o incompetencia, sus faltas de comprensión y tolerancia, sus apasionamientos por convenciones ridículas lo mismo que por los excesos sexuales y la violencia brutal, y en fin su reacción a las tragedias de la vida y a las de la vida y las complicaciones de la civilización con gamberrismo, truculencias de bacanales romanas y de ambientes de narcómanos, o con irresponsabilidades de “beaglomanía”.

   Los soviéticos no tienen excusas por condenar, prohibir, simplemente criticar la YOGA, pues debieran empezar por producir algo mejor, y sobre todo darle a la humanidad un sustituto válido a la violencia y los odios ancestrales, que constituyen los peores ejemplos posibles para las generaciones venideras. Lo que el mundo quiere con desesperación hoy, ahora mismo, es un sustituto eficaz para la falta de cordura y serenidad mental, para los flagelos de la injusticia moral y física que se advierte en todas las esferas, en fin, un medio para que los seres humanos puedan disfrutar plenamente de la vida, dejando de ser infra conscientes, subdesarrollados o ya simplemente indefensas víctimas del medio ambiente. Hasta ahora, queda bien demostrado que el mayor enemigo del hombre es el propio hombre, ya que los virus demuestran no ser tan brutales y monstruosos como los civilizados cuando se ponen a defender sus caprichos, sus deseos o sus ilusiones. Las grandes guerras y las peores epopeyas de conquistas fueron hechas de manera sanguinaria, despiadadamente, con una vesania de hienas enloquecidas o de víboras desmedidas. Aun en la actualidad los soviéticos no parecen ni siquiera preparados o acondicionados para tal función o misión, así que sus medidas contra la Yoga no tienen la menor justificación, ni merecen ser tomadas en serio.

   Por cierto, los soviéticos o comunistas, como se quiera llamarlos, niegan la existencia de la mente, así como de la conciencia, lo mismo que la de Dios. Esto excluye toda posible discusión académica, ya que sin principios fundamentales no hay posibilidad de análisis razonable. Tal vez se puede discutir en torno a teorías o sobre el sentido de las palabras utilizadas, si hay mente cultivada y raciocinio coherente, mas con los soviéticos no hay ni esperanza de entendimiento pues empiezan por negar y destruirlo todo, en vez de explicarse y dar buenos ejemplos o comportarse cuerdamente. Que ellos se empecinen en negar la existencia de Dios, de la mente y de la conciencia, y que se encaprichen con posturas ridículas en asuntos de biología, de psicología, de antropología, de sociología o de cosmobiología, eso nos tiene sin cuidado, por cuanto no dependemos de ellos para estudiar las maravillas de la vida universal o para bucear en las intimidades del fantástico universo del “Yo”, o sea en los así llamados misterios de la personalidad humana. La verdad no es privativa de nadie, y no sabemos que exista una Divinidad soviética o verdades inamovibles adobadas con pláticas marxistas en las reservas inconmensurables del universo natural. No han llegado los tiempos, si han de llegar alguna vez, en que debamos negar los imperativos de la personalidad humana y renunciar a la solución de nuestras inquietudes así como de todos los problemas que nos atañan, por nuestro propio esfuerzo, por iniciativa propia, y de acuerdo con nuestras propias necesidades íntimas.

   El mayor argumento de los soviéticos radica en el hecho de que los yoguis de China y la India no lograron combatir las peores enfermedades ni aún para sí. Cierto, como dicen, los mayores yoguis conocidos a través de la propaganda publicitaria han fallecido víctimas bien sea del cáncer, de la lepra, de enteritis o de embolia cerebral y se puede citar Swami Vivekananda, Ramacharaka, Yogananda, Ramana Maharshi, Ramakrishna, Swami Sivananda, Swami Paramananda, Swami Shikhumuni y otros. Pero todos estos, grandes nombres de librería nada demuestran, pues no son los más representativos de la genuina YOGA, ni fueron otra cosa que magníficos místicos y propagandistas interesados. Los auténticos Yoguis no se auto divinizan ni tampoco han sido nunca mercaderes de la filosofía. En cuanto a la YOGA CIENTIFICA, la que nos interesa sobremanera aquí exclusivamente, tendríamos argumentos irrebatibles que ofrecerles a los sabios rojos. Si para muestra basta un botón, allí va una que tal vez arme todo un revuelo entre científicos de todas las categorías y clasificaciones.

   En la revista GUERIR, febrero de 1964, el Prof. Pasteur Valery-Rodot, una gloria legítima de la ciencia medical francesa, una autoridad indiscutible por así decir, asienta que la medicina no es una ciencia a título propio, ni es absoluta en sus posibilidades. Ahora, no sabemos que los soviéticos posean algo más eficaz. Pero ya que se menciona el cáncer, diremos que abundan los casos clínicos en que este flagelo es curable a despecho de las intervenciones de la ciencia médica. La propia revista citada proporciona unos ejemplos vívidos, concluyentes, que demuestran que la sola fuerza mental puede curar este terrible mal en ciertas circunstancias. Hablando del caso, Naessen menciona a Mlle Laruelle, con afección en el seno complicado por una extensión al hígado, que desde 1949 sobrevive a base de esperanza. Aduce que hay más de quinientos casos clínicos más o menos idénticos, perfectamente identificados, y concluye que el Dr. Whipple describe un cáncer al hígado, inoperable, y la persona afectada fallece doce años más tarde, demostrando en la autopsia que el órgano afectado había desaparecido totalmente. El Dr. Allen suscribe una atestación de un caso de cáncer de la mano, en una mujer, que desaparece súbitamente, sin tratamiento alguno, al sobrevenir un embarazo. El Prof. Fauvet habla de un caso sorprendente de cáncer al omóplato con varias propagaciones al pulmón, y el paciente reaparece dieciséis años más tarde completamente curado, sin tratamientos. Nosotros mismos podemos ofrecer atestaciones de indiscutible autenticidad que demuestran que el cáncer es curable por la sola fuerza del pensamiento bien dirigido. Luego los Yoguis de la India habrían podido curarse, si lo hubiesen querido, y de haber sido capaces de tales proezas. Huelga decir, ciertamente, que de la teoría al hecho hay mucho trecho, y no seremos nosotros quienes tomaremos la responsabilidad de generalizar un método curativo sin la apropiada y constante supervisión médica. Pero los soviéticos demuestran su parcialidad maliciosa al señalar casos insignificantes y esporádicos.

   Aducen los sabios soviéticos, además, que la telepatía o trasmisión de la fuerza mental, o sea del pensamiento, es pura charlatanería. Sin embargo, la utilizan, lo mismo que el hipnotismo, bajo otra etiqueta o con nombre distintivo. A estos señores les asusta o les es odiosa la verdad, a menos que la quieren exclusivamente para ellos. Creemos comprender sus afanes en denigrar la Yoga y todo lo que es parapsicología en estos momentos, pues no deja de ser una simple astucia de parte suya, por cuanto la Yoga, los estudios parapsicológicos, la telepatía y las investigaciones en torno a las energías mentales y los controles genéricos y biológicos por la fuerza del pensamiento están en la orden del día en las esferas científicas más serias y exigentes. Tal vez estemos en víspera de grandes descubrimientos, y ellos quieren combatirlos antes, a fin de desacreditarlos y privar así al mundo de los beneficios que ellos quieren exclusivamente para sí.