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Reproducimos en Revista ARIEL este mensaje de enorme significado, de la pluma del Supremo Instructor Pr. OM Lind Schernrezig, el 3 de junio de 1943, en pleno fragor de la Segunda Guerra Mundial. Sumamente fuerte en algunos de sus contenidos, pero claro, contundente, sin rodeos, temores ni adornos, respecto a los mecanismos y las soluciones requeridas en momentos acuciantes. Totalmente aplicable a los días actuales, tomando en consideración, por supuesto, las condiciones especificas de tiempo y lugar en cuanto a desarrollos y artefactos guerreristas y el entorno en el cual se escenificaron estos fatídicos acontecimientos.

El Instructor Titular de la Universidad Espiritual en Colombia

 

Mensaje Anual a la UNIVERSIDAD ESPIRITUAL

Muy Estimados Instructores Titulares.

Muy Queridos Estudiantes todos.

3 de Junio de 1943

 

El año trascurrido ha sido fecundo en acontecimientos mundiales. En tiempos como los actuales, tan excepcionales que no ocurren sino en épocas de trasformación general del mundo, al nacer una Nueva Era a la par que desaparece una ya vetusta, decrépita e inoperante, es forzoso generalizar y contemplar el panorama del mundo, al cual nos hallamos tan ligados por la tragedia que tanto afecta a la especie humana.

No necesitamos entrar en detalles. Basta percatarse de que la guerra va arreciando y que puede decirse que la Victoria se perfila de manera rotunda, ya por las armas triunfantes o bien por el sentido que progresivamente va revistiendo la contienda en su propia justificación. De hecho, el éxito material está asegurado, aunque todavía queda mucho por hacer, y en fin en lo moral podemos aseverar que hay un positivo sentido sublimador en el proceso de esta ingente tragedia.

Nuestra Institución, no por ser exclusivamente CULTURAL y ESPIRITUAL, debe interesarse menos por las necesidades humanas íntimas. Precisamente, su MISIÓN radica en la necesidad de atender a los imperativos vitales del hombre, o sea sus vivencias de consciencia y sus aspiraciones superativas o de perfección evolutiva. Por eso no hemos podido desligarnos de esta atroz tragedia que embarca al entero mundo, y nos hemos esmerado en afianzar los VALORES DEL ESPÍRITU para que sirvieran de normas y sustanciación en estas graves horas de la humanidad, y a fin de que la mecánica biopsicológica no se desviara de los derroteros saludables y enaltecedores. De ahí nuestros pronunciamientos, siempre ponderados y conminantes, durante los dos últimos lustros, tratando de orientar a la humanidad por derroteros de emancipación moral y de dignificación íntima, siguiendo impertérritamente las normas inspiradas por el Espíritu – que es el Verbo Eterno, lo único Divino que nos es dable columbrar.

Nuestra Institución, pues, ha seguido desenvolviendo sus labores educativas pese a las dificultades de la guerra mundial. Pero no ha podido ni ha querido, por lo ya expresado, mantenerse al margen de los acontecimientos mundiales, los cuales no juzgamos eventuales ni de carácter local. Esta actitud nuestra, desde luego, no responde a consignas oficiales de ninguna clase ni se fundamenta en patriotismos o partidarismos emocionales. Nuestra profesión es pedagógica en toda la línea, y respondemos invariablemente a la metodología que permite el paulatino desarrollo de las cualidades mejores en el hombre y el perfeccionamiento necesario e indiscutible de sus facultades inmanentes, y todo lo que afecta de un modo u otro a la naturaleza humana o a su consciencia nos incumbe sobremanera. Por eso no podíamos ser nunca imparciales en la gran crisis que desde la pasada guerra mundial se venía agudizando en el magma humano, y levantamos incesantemente nuestra voz con ejemplar reciedad y fortaleza. Y al producirse el cínico acontecimiento de Múnich en 1933, no podíamos mediatizar tampoco nuestra actitud con justificaciones sofisticas o con pronunciamientos cobardes o de irresponsabilidad moral. De ahí nuestra larga historia de rebeldías que, hoy por hoy, se sustancian y puntualizan con terribles acentos de realidad histórica, constituyendo por decir así la OPOSICION ESPIRITUAL al caos materialista y utilitarista del mundo, y al sobrevenir la hartera y criminal decisión del 1 de noviembre de 1939 y la del 7 de diciembre de 1941, hicimos oír la Voz Cósmica con la justipreciación que reclama la dramática gestación de los pueblos totalitarios. Esta actitud nuestra es parte de nuestra Misión Espiritual, función de nuestro deber moral.

Nuestra institución, por lo tanto, se halla en guerra contra el Eje Totalitario. Lo ha estado desde su fundación, y cada uno de sus Miembros es un soldado Demócrata, un peón Humano que contribuye con sus energías intimas en el Tablero del mundo, a la Victoria de los derechos de la Consciencia Humana.

No somos partidaristas, ni servimos a intereses locales o nacionalistas, ni seguimos banderas circunstanciales, hemos proclamado ya. Lo reiteramos. Nuestra participación en esta conflagración es de orden moral y Espiritual, y como soldados consientes de los designios vitales y Universales; y nuestras armas son las supremas del mundo, o sea la CULTURA. No matamos gentes ni bombardeamos territorios totalitarios, por mucho que lo quisiéramos, en magnificas naves estratosféricas superaerodinámicas con granadas de cuatro toneladas de T.N.T., pero nuestras energías mentales y gestos Espirituales son de efectos superiores si consideramos su importancia en orientaciones de los designios humanos y en la misma mecánica biopsicofísica del hombre en general, trascendiendo limitaciones aparentes de tiempo y espacio.

Por eso mismo, nosotros somos depositarios de trascendentales designios Humanistas y Valores Eternos, y sólo nos interesa agenciarnos los medios para articular nuestra Misión Cultural y dar sentido genitivo a nuestras superlativas vivencias, aunque muchos de los que nos acompañan en esta jornada Cósmica no lo entiendan del todo, y pese a la ignorancia con que se nos prejuzga desde los estrados del mundo profano.

Hablamos de una tragedia humana, que rebasa todo sentido de carácter eventual y local. Para nosotros, el enemigo es el TOTALITARISMO en sus implicaciones morales y como función energética, y no los pueblos de Japón, Italia, Alemania y España, o los creyentes-fieles de esta o de aquella Iglesia. Los hombres suelen ser individuos equivocados, enfermos, anormales, perversos; pero ellos son susceptibles de rescate y rehabilitación. A trueque, los conceptos, preceptos y los valores esquematizados y armados para funciones negativas y destructoras, son peores que virus, porque no se ven y adquieren una potencia tan grande como la que los hombres quieran deferirles. Los hombres “totalitaristas” o “totalitarizantes” son unas víctimas de las circunstancias o de sus propias imbecilidades y villanías, pero, lo repetimos, pueden ser corregidos, y como muchas veces su celo se debe a excesos de sinceridad, sólo cabe ayudarles para que se enmienden, y no destruirlos como si fuesen microbios.

No obstante, cuando se trata de defenderse contra ataques sistematizados y recrudecientes, que revelan la extensión del morbo que hace presa en la naturaleza humana, o del trauma a que está sometida su psiquis, no es posible contemporizar. Presentar un frente de complacencia y debilidad en tal caso sería suicidio. No es necesario ahondar en los problemas ni pretender descubrir razones entelequiales en la metafísica del derecho propio para enderezar una justificación oportuna, situando las culpas, pues esta guerra mundial presente tiene raíces muy hondas en la historia, y presenta síntomas de carácter tan general que podemos calificarla de TRAGEDIA HUMANA, que sigue a la crisis ideológica que desde hace siglos viene complicando el modus vivendi humano. No diremos que los hombres están libres de toda culpa en esta justa de barbarie que es la guerra, pero queremos atacar al mal del mundo en sus causas, no en sus efectos. Si el hombre tuviese una CULTURA más adecuada, ni incurriría en los errores de dogmatismo y en las doctrinas tradicionalistas que han conducido a la especie a todos los impasses morales, a todos los descalabros de la consciencia, y en fin a esta cruenta justa de pasiones que es la guerra.

Hemos repetido cientos de veces que estamos al servicio de la CONSCIENCIA, y que hacemos nuestros los problemas del hombre. Esto sustancia suficientemente nuestra actitud, que es ya histórica. Pero cuando vemos al Japón atacar a China en 1933, y luego a Italia civilizando cristianamente (?) a la nación etíope con matanzas de millones de indefensos negros, y en fin toda la serie de infames actos de conquista de las naciones totalitarias desde entonces en nombre de un derecho “propio” que va en contra de toda lógica inteligente, de toda dignidad y de todo sentido moral, sería una CULPABLE COMPLICIDAD el no pronunciarse debidamente, en enaltecedor gesto, contra tales denuedos de cínica y siniestra barbarie. Se nos acusa de ser “espiritualistas guerreros”. Sí, lo somos, en la inferencia del “soldado consciente que es consecuente con su dignidad moral”, pero no en la aceptación corriente de los intereses humanos o mundanos, que son simples incidentes políticos o patrióticos. Nuestros Valores trascienden las características e incidencias mundanas e incidentales. En ulterior análisis, defendemos los derechos más sublimes del hombre, que son sus libertades sagradas, sus más nobles apetencias que se resumen en la paz, el progreso, la cultura y la dignidad.

No hacemos la guerra, pues, al hombre, sino a sus sistemas equivocados y morbosos. Y si se nos ataca, nos defendemos, porque ni queremos ser victimas inútilmente, ni nos interesa sentar precedentes para sucesivas infamias. Así que somos partidarios de una GUERRA TOTAL, radical, definitiva.

Los italianos, los japoneses, los alemanes y los españoles franquistas iniciaron una era de violencia cruel, una guerra sin conmiseración, sin discriminación. Pues lo mejor es devolverles la medida, someterlos a ellos a sus propios procedimientos, y con creces, para acabar con la posibilidad de que vuelvan a presenciarse en este mundo semejantes infamias. La violencia es siempre señal de error y de indignidad; pero cuando se trata de defenderse, todas las reglas son legales, especialmente si se toma en cuenta que los enemigos son incapaces de considerar principios morales ni Valores Espirituales, y ni siquiera de reconocer derechos ni dignidad en los demás.

Hemos sido sorprendidos, últimamente, por diversos intentos de suavizar la guerra, hechos en el Vaticano y en Madrid, reclamando en sendos exhortos, respeto a las leyes de la humanidad. Lo curioso es que ni España ni el Vaticano, con toda la autoridad que ahora pretenden esgrimir, dijeron ni pío cuando los negros abisinios fueron miserablemente asesinados en número de tres millones por las soberbias Legiones Italianas, ni protestaron siquiera levemente contra la barbarie practicada con refinamientos archicivilizados por los nipones en China en una guerra que dura desde el año 1933 sin cesar, matando más de ocho millones de amarillos chinos, en su mayoría mujeres y niños. ¿No merecían esas pobres gentes de lejanas latitudes ninguna expresión de sentimiento cristiano? ¿No hay para esos pueblos torturados leyes humanas que merezcan la gracia y ponderación de la Divinidad? ¿Y no tienen derecho a una saludable reacción todas esas naciones europeas que alemanes e italianos han venido ametrallando, quemando ciudades, villorrios y hasta granjas, o hundiendo barcos sin previo aviso para salvar los tripulantes? ¿Pueden señalar un solo indicio, el Papado y el Generalísimo Franco, que evidencie que los totalitarios no están tratando de imponerle al mundo sus rufianescas consignas a base de liquidaciones del elemento humano? ¿Por qué no protestaron ni con un suspiro, que es indicio de nobleza de alma, el Vaticano y Madrid, cuando más de mil aviones bombarderos Nazis y Fascistas martillaron en agosto y septiembre de 1940 a la ciudad de Londres, donde residen más de diez millones de ciudadanos que no son soldados? ¿Hicieron siquiera una mueca de horror ante las traiciones de Guernica, ante el épico episodio de Stalingrado, ante los bombardeos de Shanghái, Cantón y Cheng King, ante la destrucción de Rotterdam, Ámsterdam, Amberes y Lovaina, de Reubaix y Luxemburgo, y de cien mil otras ciudades abiertas?

Es verdaderamente irritante el oír estas protestas inoportunas de ahora, precisamente cuando se trata de devolverle al enemigo sus cuentas, aunque no con la saña y perfidia suya, sino tratando de acabar pronto esta salvajada que él representa e incuba. ¿Cómo es posible pretender suavizar los bombardeos de las ciudades italianas y mantener indemne a Roma, Venecia, Berlín, Tokio y otras ciudades, cuando en ellas se esconden los máximos representantes del virus moderno, que es el totalitarismo? ¿Se trata de un miedo cerval de culpables, o de una cínica complicidad con el enemigo de todo lo que representa la Democracia?. Leemos con harta sorpresa éste párrafo del mensaje del Santo Papa Católico a las naciones beligerantes, con fecha de hoy junio 3, en momentos en que las Naciones Aliadas preparan la invasión de Italia y cuando hace más de medio año que los alemanes e talianos no ganan una sola batalla y no llevan a efecto un solo bombardeo: “Por otra parte, la aplicación progresiva de medios de lucha que no establecen distinción entre los objetivos militares y no militares y la creciente violencia de la guerra, nos obliga a llamar la atención hacía los peligros inherentes a la triste e inexorable relación entre la acción y las represalias en detrimento, no sólo de los pueblos y de los individuos, sino de toda la comunidad de naciones”. Bien, según esto, los Aliados, las DEMOCRACIAS, no deben defenderse; y si lo hacen bien, eso viene a ser “represalia” culpable. Con esta argumentación, concluiríamos que los Totalitarios son los únicos que tienen derecho a ganar la guerra, o que por lo menos los pueblos Democráticos debieran ser sensatos y buenos, mansos como corderillos, y agradecer a sus bárbaros ofensores y opresores.

Indaguemos entre los polacos, belgas, holandeses, luxemburgueses, noruegos y otros pueblos neutrales que fueron aupados por el moloch totalitario, y veremos si ellos creen que se debe contemporizar con esos cruzados modernos, presentándoles un frente de mansedumbre iluminada. Si Hitler y Mussolini hubiesen de volver a empezar su hazaña, plácidamente, con la benevolente conmiseración Papal, estamos seguros de que se encontrarían con otra cosa que inocentes e indefensas víctimas, como ocurrió con esos pobres checos, por ejemplo. Sería preciso no tener sangre en las venas, y poseer una piedra en lugar de corazón, para no apiadarse de esas pobres gentes que tanto creyeron en la honradez de los Providenciales de Bertchstengarden y Roma. Por otra parte, si hay civiles en las nuevas zonas de guerra, ya saben lo que les espera, así que pueden emigrar, o bien pedir la paz, si es que en sus países se respeta tanto a las leyes humanas y hay gobiernos populares. Cuando no piden la paz, es porque no la necesitan tanto, o no la merecen.

Comparemos las actitudes. Cuando los Totalitarios pudieron invadir Inglaterra, el pueblo ingles se hizo uno solo. Eso fue porque los ingleses sabían lo que querían, el sistema de vida que preferían, y en fin porque no podían entrar en complicidad con naciones que hacen uso de la fuerza de manera bárbara cada vez que les conviene, sin medir consecuencias ni considerar derechos morales ni contemplar reacciones de consciencia. Por eso, el pueblo inglés se impuso, pese a su estado de indefensión y precariedad económica después del desastre continental. Los rusos también, en Moscú y Leningrado, y en cien otros lugares del frente, supieron mantenerse, militares y civiles por igual, porque tenían una clara concepción de los valores y derechos humanos que ellos preferían. ¿Por qué no hacen lo mismo los pueblos de Alemania, Italia y Japón? Pero si están resueltos a servir los intereses del TOTALITARISMO, entonces está bien que chillen y se acobarden, y si no son capaces de un gesto de reivindicadora rebeldía, es porque les conviene la esclavitud moral y la opresión material en que viven, y entonces está bien que defiendan sus regímenes políticos o sociales. Pero entonces, por igual derecho, es deber de los Aliados pegar duro, y cada vez más duro, hasta acabar con esta actitud psíquica, hasta finiquitar esta gesta mental totalitaria. Los bombardeos Aliados destruyen objetivos militares, y de paso hacen víctimas civiles, pero si estas de por sí no buscan un mejor destino, es que están tanto en la línea de fuego como lo estamos nosotros todos en las naciones Aliadas o Democráticas, donde todos participamos a la guerra contribuyendo cada uno a su manera, según sus recursos y capacidades. En esta contienda, deben saberlo en el Vaticano y en el Escorial, todo ciudadano es un soldado, porque hasta las mujeres y los niños contribuyen de alguna manera a lograr la Victoria. Si los pueblos totalitarios mantienen igual comportamiento, es porque encuentran en ello una compensación moral o un placer íntimo, y entonces nos toca a nosotros convencerles de que no estamos dispuestos a ser avasallados por su especiosa concepción de la vida, además de que, como dijo el Presidente Roosevelt, en precisos términos que no admiten ni duda ni vacilación: SI NO MATAMOS NOS MATAN.

Claro que a nosotros no nos interesa ser criminales, pero tampoco queremos ser víctimas de tales irresponsables en rufianesca insolencia aparejados para convertir a todo el mundo en parías suyos. Nuestra dignidad Espiritual lo reprueba, y nuestra concepción de la moral nos lo vedaría. No queremos ser ni eunucos ni zombis. Véase, para simple muestra, lo que el Generalísimo Franco hace con la nación española, que es su mismo pueblo, y con los prisioneros políticos y exsoldados republicanos, en las cárceles donde hay centenares de miles un lustro después de su “victoria con la gracia Divina y la Bendición Papal” – como hubo de proclamarlo él mismo y el propio Papa. La revista norteamericana LIFE, acaba de dar una reseña grafica de ello. ¿Es esto lo que quieren para los demás pueblos del mundo el Santo Padre y el Generalísimo Franco? ¿Con qué autoridad moral pueden ellos mirar al mundo y recomendarle normas, cuando ellos mismos inspiran y viabilizan sistemas de tortura y opresión, que constituyen un drama peor que el de morir ametrallado en acciones de guerra? Esa pobre nación española, “liberada del infame yugo republicano”, no es más afortunada que Grecia, Albania, Yugoeslavia y parte de Francia, donde las santificadas legiones romanas alardean de invictas contra los infortunados civiles sometidos al trabajo forzado, atemorizados sin cesar, y donde las mujeres son forzadas a la prostitución y a los niños negados el privilegio de elemental humanidad que es la educación escolar. ¿Por qué no protestan contra estas infamias el Vaticano y el Escorial? ¿Acaso no es mejor y más honroso morir víctimas de bombas que fallan su blanco militar, que vegetar sin derecho a vivir honesta y dignamente, libre e inteligentemente? ¿Y esos pobres millares de judíos que perecen en los pogromos de Polonia aservilada? ¿Y esos valientes checos que como en Lídice, renuncian a la muerte? ¿Y esos centenares de miles de franceses que son expatriados a Alemania e Italia, inclusive miles de mujeres, los unos para trabajar como forzados en centros de guerra y las otras para desempeñar obligaciones que llenan de espanto y asco a las gentes honradas y sensatas? ¿Por qué no se protesta contra todo esto, que es mucho peor que la muerte de unos civiles, porque no hay peor muerte que la esclavitud que infama ni mayor desgracia que la indignidad que va contra la consciencia propia?

Se podría esgrimir mejores argumentos para favorecer la paz, o poner fin a la guerra. Pero ya que los pueblos Aliados o Democráticos no pueden transigir con la tragedia que los totalitarios quieren imponerles, no hay componenda ni compromiso posible. Los sistemas TOTALITARIOS deben ser vencidos, destruidos, liquidados y definitivamente anulados en este mundo. A nosotros, no nos interesaría en lo más mínimo quien o quienes ganen esta guerra, con tal de lograr este fin inmediato. Después, en la reacción general, cuando se imponga el reajuste y reequilibramiento del mundo, sobrevendrán otras modificaciones sustanciales que corregirán otros errores y males del pasado. Conste que no decimos que las Naciones Aliadas estén limpias de manchas ni que los pueblos Democráticos son perfectos. Nuestra simpatía es con la HUMANIDAD, y nuestra participación en esta contienda es por y en nombre de la DIGNIDAD HUMANA y los VALORES ESPIRITUALES. Lo demás es fruslería, justas de intereses particulares, competencias de sistemas y apasionamientos, y, realmente, francamente, nosotros nos mantenemos AU DESSU DE LA MELLE. De ahí nuestra incomparable autoridad moral y nuestra invencible fuerza Espiritual. Insistimos, pues: NO DEBE HABER PAUSA NI SUAVIZACION EN LA GUERRA Y NO SE DEBE CONSIDERAR NINGUNA OFERTA DE PAZ NI INTERFERENCIA MIENTRAS LOS EJERCITOS VICTORIOSOS NO SE HAYAN ABIERTO PASO HASTA LAS CAPITALES TOTALITARIAS Y HASTA QUE LOS JEFES Y LOS EJERCITOS TOTALITARIOS NO HAYAN SIDO DEFINITIVAMENTE DESTRUIDOS COMO PODERES. ¡Esta es una medida impuesta por los mejores sentimientos humanos y por la dignidad Espiritual que dan derecho a la vida!

Esta consigna nuestra podrá parecer dura. Pero en realidad es necesaria, a menos que prefiramos ser pueblos sometidos y degenerados. Este mensaje no llegará seguramente a los lugares aservilados por el Totalitarismo, donde miles de Miembros de Nuestra Institución Cultural y Espiritual gimen bajo el yugo inicuo del sistema criminal, pero nos consuela que llegará por lo menos a las naciones Neutrales y donde quiera que tenemos Centrales en los países libres, y creemos que es un tributo de admiración y de fortaleza moral el que rendimos a los oprimidos y a los caídos durante la contienda universal, pues lo mejor que se puede hacer hoy en día ante la realidad del caos moral y Espiritual, es proclamar valerosamente los VALORES que nos sirven de norte e inspiración.

Una de nuestras finalidades lo es la EDUCACION REGENERADORA, informada en una CULTURA SUPERATIVA, de trascendencia Espiritual. Cumplimos nuestra Misión inquebrantablemente, y esperamos ser mejor comprendidos, ya que todos nuestros esfuerzos se encaminan en el sentido de liberar al individuo de sus encadenamientos atávicos, así como de sus fallas y debilidades íntimas, propugnando una disciplina mental y biopsicofísica rehabilitadora. No ejercemos ningún mandamiento sobre los ESTUDIANTES, sino que, simplemente, les proporcionamos e inspiramos una capacidad, fortaleza y orientación que opera en ellos el milagro ideal de la SUPERACION. Nada más. Ni nos postulamos como autoridad infalible ni les sometemos a consignas y juramentos. Y ni siquiera esperamos expresiones de gratitud de parte de quienes salen beneficiados por nuestra monumental labor civilizadora: nos conforta y alienta el derecho de cumplir libremente nuestros deberes morales y de demostrar así la grandeza de nuestras gestas Espirituales. ¿Qué mejor justificación puede haber para almas dignas?

Es oportuno, pues. Reclamar de los Ven. Instructores Titulares, así como de toda la docencia y los Estudiantes de la UNIVERSIDAD ESPIRITUAL, mayores esfuerzos todavía por llevar a buenos fines nuestra Misión Moral y hacer triunfar el Verbo Espiritual, que no se supedita a fronteras, sistemas ni consignas de ninguna clase, porque representa los Valores del Espíritu y los Principios Universales. Nuestra mayor satisfacción sería ver sus labores intensificadas y aumentadas sus plazas, pues el porvenir del mundo depende, primordialmente, de los VALORES ESPIRITUALES y de una CULTURA.

La humanidad no se repondría de sus actuales descalabros si no fuera porque tiene en reserva un inmenso caudal de fuerzas Espirituales. Y no debemos olvidar que estas FUERZAS ESPIRITUALES las representamos y encausamos nosotros. El porvenir de la humanidad, pues, descansa grandemente en el éxito de nuestra Misión.

Últimamente hemos oído otra blasfemia. Es una proclamación que aparece en el Almanac Astrológico Americano, Bucheli, que se publica en Chile. Por falta de sentido moral, muchas gentes son incapaces de elevar protesta alguna con relación a la tragedia que padece la humanidad en estos momentos; pero más vale una actitud indiferente o de impotencia, que otra francamente complice. El caso que queremos comentar aquí, a breves rasgos, es de esta última categoría. El autor del manifiesto, intitulado “¿ORIENTE U OCCIDENTE?”, lo es el Sr. C. Chevillon, de Paris, Presidente de la Asociación Internacional Ocultista, Gran Maestro de la Rosa Cruz Kabalista, Gran Pontífice de la Iglesia Gnóstica Francesa, Gran Mago del Rito Masónico de Memphis y Misraim, y en fin Superior Desconocido de la Orden Martinista y fautor de la “FRATERNIDAD ROSA cruz para la América Latina”. Conviene tener bien presente estos títulos, pues representan un movimiento que podría redundar en una grave amenaza para los ideales Democráticos de última hora, pues es increíble que en pleno año 1942-1943 se nos endilgue una doctrina de ortodoxia dogmática que pregona la separación racial y religiosa, creando una FRONTERA ESPIRITUAL entre Oriente y Occidente. Peor aún, asienta un precedente que es criminal, porque incita al odio y desprecio internacional, y no debe pasar desapercibido por las almas honradas y capaces de gestos de selectividad moral.

Pregona la referida publicación la existencia de un VERBO ESPIRITUAL OCCIDENTAL y de otro de carácter oriental. La inferencia es dogmática porque se funda en argumentos de carácter racial y geográfico, y es una réplica del Ukase Nazi respecto al derecho de los Arios del Eje Totalitario de Berlín-Roma-Madrid-Tokio. Hacer la defensa de semejante herejía moral y Espiritual es una blasfemia, y combatirla como quisiéramos con argumentos científicos y filosóficos, sería un intento burdo, pues resultaría una serie de redundancias. No se puede oponer razones ni virtudes a sofismas y dogmas.

Pero no queremos ser cómplices de semejantes desatinos, que amenazan con soslayar todos los derechos morales que nos son caros e infiltrarse en las Américas en forma de COLUMNA INVISIBLE. Acaba de ser publicada una bella obra sobre el mismo particular, que puede obtenerse en nuestras Sedes, así que no repetiremos aquí la enormidad de este crimen que denunciamos. Pero subrayaremos su importancia de todas maneras. Pues es relevante oír voces autoritarias que se levantan en nombre de determinados ideales y principios, cuando vienen desprovistas de toda autoridad moral que las sustancie y vitalice. Cumplimos nuestra Misión Cultural al señalar este hecho, a fin de evitar que almas inexpertas se dejen despistar y embelecar por semejantes oropeles sofísticos.

En primer lugar, ningún VERBO puede ser parroquial, local o isleño, porque es la síntesis de fuerzas y valores y virtudes morales. Si puede haber una moral para cada localidad, para cada pueblo o raza y para cada “secta”, entonces esa MORAL ES ENDEBLE, CONVENCIONAL Y ACOMODATICIA, y de ahí a proclamar la primicia de lo vulgar y arbitrario no hay sino un simple trecho de sofística egoísta y convencional. ¿Puede fundarse en semejante proceso la ESPIRITUALIDAD DE OCCIDENTE?

Abundan los argumentos que pueden ser opuestos a la tesis racista, clasista, y sectaria de esta publicación, prestigiada por la editorial Ercilla, y no los repetiremos aquí; pero queda como constancia nuestra altiva protesta, pues no podemos soportar que se nos venga a estas horas, cuando corren ríos de sangre en nombre de ideales DEMOCRATICOS, con principios morónicos de una síntesis TOTALITARIA que no puede sino asquear a todas las mentalidades cultas y respetuosas del derecho ajeno. La cultura, la moral, y la Espiritualidad, no lo olvidemos, descansan sobre el respeto juicioso y la tolerancia honrada.

La dogmatización en referencia parece sobre todo una lección impuesta en Vichy, o si no una consigna inspirada en Madrid. No olvidemos que en este año 1943, estamos empeñados, muchos pueblos de la tierra, en liquidar el virus del TOTALITARIMO, que se nos presente en forma de POLITICA o de RELIGION, y que en modo alguno permaneceremos indolentes ante cualquier intento de dogmatizar en nombre de ideales históricamente vencidos o con doctrinas que son precisamente las causantes del actual drama humana.

Las circunstancias nos han obligado a imponer cambios en nuestras distintas Centrales. Todo es por lo mejor y para mayor provecho de todos. Lo que buscamos es la mejor utilización de los méritos y capacidades de los más distinguidos Miembros, a fin de que la Institución pueda funcionar  plenamente y mejorar cada vez más sus funciones, siendo excelente en sus rendimientos. Y no olvidemos que la Cultura es el mayor servicio que se puede brindar.

Exhortamos a los Miembros a tomar empeño en sus estudios, y a los más avanzados a ofrecerse para ocupar cargos oficiales, a fin de desarrollar méritos y adquirir mejores experiencias superadoras.

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Muchos estudiantes se quejan de no recibir sus Lecciones. Es preciso que cultiven algo de paciencia, pues la guerra mundial impone sus exigencias desde hace años. Las comunicaciones son penosas y raras, y en fin los recursos económicos no son precisamente una especialidad de Instituciones Idealistas y Espiritualistas como la nuestra, que no cuentan con recursos otros que sus fuentes de ingreso que son los mismos Estudiantes. Pero para obviar las dificultades, les rogamos utilicen, en lo posible, la Vía Aérea, y que satisfagan sus Cuotas con la mayor regularidad de que sean capaces.

Aprovechamos esta oportunidad para reiterar nuestros sentimientos en nombre de la Aristocracia de la Inteligencia y de la Nobleza del Espíritu.

Firmado: Pr. OM Cherenzi-Lind

Supremo Instructor de la Era Acuaria

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A TRAVÉS DEL MUNDO

HABLA UN LAICO

 Tomado de: EL EVANGELISTA CUBANO, órgano oficial de la iglesia metodista en Cuba. Tomo XXXVII. – Número 7.  La Habana, julio 15 de 1943

En el diario “Miami News”, de la metrópoli del Estado de Florida correspondiente a su número de junio 11, un laico se expresa en la forma siguiente:

“Yo quisiera expresar mi protesta humilde pero enérgica contra los esfuerzos corrientes e insidiosos de disfrazar el programa política y diplomática del papado. Acordémonos de los siguientes hechos históricos:

  1. El Papa Pío XI firmó un concordato con Mussolini en 1928, dándole así enorme apoyo material y moral.
  2. El Cardenal Pacelli (Hoy Pío XII) firmó un concordato con Hitler tan pronto que éste subió al poder. Fue el Vaticano la primera potencia que reconociera a Hitler, dándole así gran apoyo moral y material. El papa disolvió el Partido del Centro Católico Alemán que se oponía a Hitler. – esto, a persa de que los métodos y propósitos de Hitler fueron tan conocidos como hoy.
  3. Francisco Franco, el que destruyó la democracia española y una gran parte de España, y que es el más grande asesino que el pueblo español ha sufrido en su historia turbulenta, ha sido bendecido por Papas y llamado “mi hijo predilecto” por el Papa Pío XII.
  4. Hubo grande regocijo en el Vaticano cuando la República Francesa cayó bajo la presión de los Nacistas y con la ayuda de traidores como Laval, que es un conde papal, y de Petain que también goza de gran favor con el Papa.
  5. Oliveira Salazar, el dictador fascista de Portugal, también cuenta con el poyo pleno del Vaticano.
  6. Monseñor Tiso, sacerdote católico y dictador de Eslovaquia, ha sido felicitado por Hitler por su obra excelente en persecución de los judíos, pero no ha sido nunca reprendido por el papa.
  7. Últimamente el Papa ha sido citado con frecuencia en condenación de la guerra por el aire evidentemente porque está dañando a su país. Cuando Guernica fue destruida por los alemanes y Barcelona y Valencia sufrieron todo el peso de la guerra aérea, el Papa quedó callado. Tampoco protestó el bombardeo de la indefensa Etiopía por lo italianos, ni de Londres y Coventry por el Luftwaffe (Fuerza aérea alemana).

Es verdad sí, que el Papa ha pronunciado unas pocas frases pálidas condenando a los Nacistas, pero guardó sus anatemas más potentes par el Marxismo. La verdad amarga es que nunca reprendió a Hitler y mientras que no repudie su concordato con Hitler y con los japoneses, sus condenaciones no son más que simulacros.

Termina el laico diciendo: “Todas estas acusaciones son dirigidas a la Iglesia Católica como organización política y no contra sus enseñanzas espirituales por las cuales tengo el mayor respeto. Tampoco debe interpretarse lo escrito como un ataque a los católicos.  Ellos no tienen nada que ver con la política del Vaticano y no deben ser responsabilizados por la política reaccionaria del Vaticano”