Editorial


EN EL FONDO DE TU PROPIO CORAZÓN

Tomado de la Revista Renacimiento Espiritual Año III.
Enero y Febrero de 1938, Num 22 y 23

 

QUIERES el bien y te despreocupas de poner en práctica los medios más eficaces para obtener ese bien.

Tu quieres ser feliz y no piensas en los méritos que te acompañan para llegar a esa felicidad.

Envidias al que llega y no te das cuenta de que todo el que llega muy alto, antes ha sufrido mucho para labrarse el camino.

Alimentas ambiciones desmedidas y quieres poseer los bienes que poseen otros y eres injusto porque no comprendes que en la vida todos, hombres y mujeres, poseemos una gran cosa que se llama la capacidad del triunfo. Esa capacidad reside en la cabeza. Si cultivas tus poderes, si preparas a tu voluntad, si te das cuenta de la vida: triunfarás como triunfan esos a quienes envidias.

Ellos se prepararon, pero no se lo dicen a nadie. Ellos estudiaron, sufrieron en silencio todas esas penas que tanto te asustan y llegaron a triunfar porque vencieron el dolor.

Desarrolla tus poderes triunfadores, no pienses que envidiando has de llegar mucho más allá. Te consumes en críticas y habladurías que delatan tu impotencia moral y la pequeñez de tu pensamiento.

Todos los hombres pueden llegar. Hoy mismo comienza una vida nueva, una idea mejor, sin bajezas en el corazón, sin veneno en el pensamiento.

Tu porvenir se alimenta de las realidades de este presente y el instante de hoy contiene los gérmenes de tus envidias de ayer, de tus intrigas, de tus maldades secretas.

Todo el mal que hagas habrás de pagarlo en esta vida, aquí mismo y mucho dolores y penas y contratiempos que no te los puedes explicar con la lógica egoísta del bien exterior, podías explicártelos muy cumplidamente si analizaras la maldad secreta que consume a tu alma, esas picardías y aquellas envidias, el mal que deseas calladamente y el bien que dejas de hacer. Todo tiene su explicación, todo es posible de comprenderse con serenidad en el juicio.

Preocúpate de ti mismo, abandona la crítica insustancial, la maldad interior, la doblez de tu vivir y comprenderás mejor el sentido de tu propia vida.

Abre las puertas del santuario de tu alma y admira las bellezas que yacen abandonadas en el fondo de tu propio corazón.