Europa redobla su ambición por el hidrógeno verde

En: OpenMind BBVA, 14-02-2023. Elena S. García.

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El plan REPowerEU fija, para 2030, una producción anual de hidrógeno verde de 10 millones de toneladas. Crédito: GettyImages/iStockphoto

 

Europa se encomienda al H2 sostenible como vector energético capaz de cubrir las necesidades de sectores difícilmente electrificables y de ser utilizado como almacenamiento de energía. La guerra de Ucrania y la subida de los precios de los combustibles fósiles aceleran la adopción de esta tecnología como solución para lograr la independencia energética.

A finales de 2020, España volcaba su aspiración de convertirse en potencia mundial del hidrógeno verde en una Hoja de Ruta que consignaba 8.900 millones de euros de inversión hasta 2030 en esta tecnología. Las previsiones hablaban de tener, para esa fecha, al menos 4 GW de potencia de electrolizadores, un 10% del total previsto en toda la UE; 150 estaciones de servicio de hidrógeno (o hidrogeneras); 7.500 vehículos de hidrógeno; dos líneas ferroviarias funcionando con este combustible; el 25% del hidrógeno industrial de origen renovable. La Hoja de Ruta ha de revisarse en 2023 pero, a la espera del nuevo documento actualizado, todo apunta a que la ambición por este hidrógeno de fuentes renovables “no solo no se ha desinflado sino que se ha redoblado”, constata Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2).

Europa se ha encomendado al proceso de electrólisis que rompe una molécula de agua (H2O) en un átomo de oxígeno y en dos de hidrógeno (H2), utilizando energía renovable, por lo que no libera CO2 a la atmósfera. Un vector energético que puede escoltar a la solar, eólica y compañía en la transición energética, dando estabilidad al sistema eléctrico. “Aporta capacidad de gestión y almacenamiento”, recuerda Brey. Y llega a sectores difíciles o imposibles de electrificar: industrias como las acerías, transporte pesado, aviación, sector marítimo.

HACIA EL FIN DE LA DEPENDENCIA ENERGÉTICA

En mayo de 2022, la Comisión Europea presentó REPowerEU, un plan para “poner fin” a la dependencia de la UE de los combustibles fósiles que fija, para 2030, una producción anual de hidrógeno verde de 10 millones de toneladas. Para ello habrá de elevar la capacidad instalada prevista en su territorio de 40 GW a 140 GW. Si la nueva Hoja de Ruta española pretende seguir manteniendo la proporción del 10% respecto al total de potencia comunitaria, deberá subir de los 4 GW a los 14 GW, según advierte Brey. Reconoce que es difícil, pero que las empresas están preparadas, y que, de hecho, esos 4 GW iniciales han quedado, a estas alturas, superados.

La guerra de Ucrania y el incremento progresivo del precio de los combustibles fósiles han actuado como acelerante en la transición hacia el hidrógeno verde, según Brey. “La falta de seguridad y la fragilidad del suministro de los combustibles fósiles ya estaba antes de la guerra; Europa importaba un 80% del gas natural y un 90% del petróleo que consumía, y un tercio del total lo compraba a Rusia. Ahora, lo que ha ocurrido es que se nos ha caído la venda de los ojos”, subraya.

Precisamente el precio al alza de los combustibles fósiles resta fuerza a uno de los principales argumentos en contra del hidrógeno verde: su alto coste. “No es caro teniendo en cuenta la factura del gas natural en los últimos 12 meses”, precisa Brey. Otro inconveniente de esta tecnología es el enorme consumo de agua—un bien preciado que comenzó a cotizar en la Bolsa de Wall Street en diciembre de 2020—que necesita el proceso, según denuncian sus detractores. “El agua necesaria para conseguir 4 GW es menos del 0,5% de la que se pierde en las redes de distribución”, opone Brey. Al H2 verde también se le echan en cara las limitaciones para su uso masivo y el riesgo de incrementar la producción sin tener la demanda asegurada.

PRIMEROS CORREDORES DE HIDRÓGENO VERDE

Críticas aparte, que las hay, y bien argumentadas, lo cierto es que la industria ha demostrado hambre por los proyectos de hidrógeno verde en España. “Dos consorcios españoles se han lanzado a fabricar trenes de hidrógeno para 2025, y Airbus trabaja en tres prototipos de aviones para 2035″, pone como ejemplos Brey. 

A finales de 2021, el Gobierno puso en marcha el PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento, que movilizará una inversión público-privada superior a 16.300 millones de euros hasta 2025. 

En el primer semestre de 2022 salieron los primeros concursos para proyectos de hidrógeno: el Programa H2 Pioneros, con ayudas para plantas de demostración, y los programas de ayuda a la cadena de valor innovadora, para el desarrollo de tecnología ya industrializada en los distintos puntos de la cadena de valor.

Iberdrola ha construido en Puertollano (Ciudad Real) la mayor planta de hidrógeno verde en Europa para la producción de fertilizantes libres de emisiones. “Una planta solar fotovoltaica de 100 MW, un sistema de baterías de ion-litio con una capacidad de almacenamiento de 20 MWh y uno de los mayores sistemas de producción de hidrógeno mediante electrólisis del mundo (20 MW). Todo a partir de fuentes 100 % renovables”, según informa en su web.

Este año 2023 verá, según calcula Brey, los primeros clústeres, valles o corredores de hidrógeno verde. “La idea es crear proyectos con visión circular, que integren la producción, la distribución y el uso”, describe. Como el valle del hidrógeno H2ValleyCat en Cataluña: una amalgama de más de 100 organizaciones públicas y privadas con la Universitat Rovira i Virgili como pegamento. O el Corredor Vasco del Hidrógeno, iniciativa de Petronor y Repsol con ocho instituciones, 12 centros de conocimiento y asociaciones empresariales y 58 empresas, aunque tiene su foco en el hidrógeno en general, no sólo en el hidrógeno verde.

La noticia de que Alemania se ha sumado al H2Med –el proyecto de hidroducto entre la península ibérica y el resto del continente– es, a juicio de Brey, la prueba definitiva de que el hidrógeno verde está llamado a ser el gran vector energético que libere a Europa de la dependencia energética de terceros.