EL DESPERTAR DE LA CONSCIENCIA

La consciencia es el substractum vital de nuestro ser, que determina nuestra vida, pero que permanece para la mayoría de los seres humanos en condiciones estáticas, somnolente y obnubilado.

Los múltiples sistemas religiosos y filosóficos que hubo en el mundo trataron mucho de la consciencia, pero como término vago y sin fundamento, o simplemente como instrumento teológico y metafísico, para facilitar sus doctrinas y valorar sus sofismas o vitalizar sus dogmas. Sólo entre los Budhistas del Oriente se consideró en cierto modo la Consciencia como algo distinto, autónomo, independiente y superior a la mente o psíquis. Pero no es sino desde las famosas experiencias e interpretaciones geniales del Dr. Sigmund Freud que se empezó a vislumbrar a la Consciencia como algo ajeno al sensorio y al psiquismo, y también superior.

Es obvio, nos hallamos confrontados con un descubrimiento maravilloso que viene a revolucionar todos los conceptos y la propia actitud del hombre frente a la vida, y en fin podemos decir que existe una verdadera Psicología o ciencia de la Psíquis o Mente, o alma.

Cuando el filósofo francês Descartes proclamó su famoso: Cogito, Ergo Sum (pienso, luego existo), pudo haber hecho la más asombrosa afirmación de todas las edades, pero no lo fué porque sólo se refería a un incidente filosófico sin trascedencia y sin parar mientes en el fondo de su aserto. Nosotros con ocasión de estudiar a Descartes en una Universidad alemana, inconformes con los argumentos cartesianos, dijimos de nuestra vez: SUM, ERGO COGITO, significando con ello que existíamos porque pensábamos. Hoy en día, díríamos EGO SUM QUI COGITATUM, o sea: soy conforme pienso. Pero soslayando el tema filosófico, podemos enfrascarnos en la consideración de la consciencia, que es lo que nos interesa, primordialmente, aquí.

La psicología académica o escolar es una ciencia que no se preocupa del alma y sólo se concreta al estudio de los fenómenos íntimos del ser en tanto que tengan aspectos anímicos, relaciones somáticas o conecciones con el sistema sensorial, y los demás procesos y fenómenos inasibles, incontrolables, los tiene por imponderables, misteriosos y ajenos a su campo de intervención. En cuanto a las facultades del Alma, o sea la Psiquis o Mente, por más que sean básicos en la casi totalidad de los aludidos fenómenos psicosomáticos, las ignora. Viene a ser como una factória que desprecia su propia maquinaria, o un chaufer que se mofa de su motor. No debe extrañarnos, por tanto, si cuando se habla de consciencia o de subconsciencia ella se aparta y deja a los profanos, como los espiritistas y místicos exegetas, para que ellos se distraigan con estos misterios ...

Pero con el advenimiento del psicoanálisis, se contrajo un pernicioso vicio, pues se cayó en el error de interpretación lo mismo que antes habían caído espiritistas, teosofistas y místicos exegetas de todas las tendencias ocultistas y hermetistas o hermenéuticas. Ya antes de Freud se hablaba de lo inconsciente como de un oculto depósito del alma, para episodios vividos, ideales olvidados, afectos incumplidos, recuerdos desvanecidos, resabios instintivos, fósiles de ansias ya extinguidas y ruinas y pavesas de pasados naufragios pasionales. Otras escuelas establecieron regiones selectivas y áreas oscuras de la consciencia. Mas la interpretacion freudiana es típica, pues se funda sobre todo en los instintos concentrados, especialmente el sexual, que germinan secretamente y silenciosamente en espera de una oportunidad propicia de madurez para exteriorizarse; instintos de agresividad siempre vigilantes; apetitos e impulsos innatos hereditarios que, como fieras en su cubil, dispuestas al acecho, aptas para el ataque y ansiosas de conquistas rapaces, se hallan contenidas ahí y parcialmente domadas por las restricciones sociales, los prejuicios, los miedos y la sanción de los códigos. Y donde radica lo grave de ésta interpretación es en su carácter casi exclusivamente pansexual y en el hecho de circunscribir éstas condiciones a la subconsciencia, cuando podía haber especificado ésta por otra parte admirable y precisa concepción como función inframental o propiamente a las regiones del instinto de nuestra personalidad. Al mencionar la subconsciencia, dió a entender que había una Consciencia, y por ende otra subestrática.

Pero en el desenvolvimiento de su teoría, basado en sus propias experiencias, como quedó demostrado más tarde por sir James Frazer al revelar su método de la PSICOSOLUCION, el Dr. Sigmund Freud dió a entender que su sistema de psicoanálisis no era sino un intento de penetración de la Consciencia, y que apenas lograba presentarse en la antesala de la misma. Luego admite que la consciencia es una función, un mecanismo, ageno, autónomo y superior a la Mente y el Cuerpo físico; pero por otra parte, al señalar tan notablemente la región de la subconsciencia, da a entender también que, una de dos cosas, o la subconsciencia subyace en nuestras intimidades ahogando a la Consciencia, lo cual es una ironía, o que el psicoanálisis circunvala las regiones íntimas del ser, soslayando la Consciencia, para ir a dar con la subconsciencia, en los bajos fondos de nuestro ser, cosa que no deja de ser confuso y un tanto metafísico.

Nuestra objeción aquí, pues, se refiere más bien al término empleado, pues creemos en realidad que el genial Sigmund Freud se refiere a las regiones del instinto de nuestra individualidad, lo inframental de nuestro ser, cuando habla de lo subconsciente. Y conviene tomar bien en cuenta ésto, pues hemos de eludir siempre el hablar de SUBCONSCIENCIA, y cuando mencionemos esta palabra, lo mismo que "INCONSCIENCIA", será siempre de modo casual y peyorativo.

El genio de Freud consistió en demostrar el papel vital de ciertos complejos de emotividad trágica, desviaciones inconfesables, confusiones dramáticas, enrredos del líbido erótico derivado de deseos largamente reprimidos, choques morales que lesionan como crueles silicios, que, al madurar en sus depósitos íntimos se rebelan y tratan de exteriorizarse en las manifestaciones comunes del mecanismo psicofisiológico, pese a las imposiciones de la Consciencia. Aquí otra vez, la doctrina freudiana menciona la Consciencia cuando en realidad debiera aludir a la Mente, pues en momento alguno el psicoanálisis ha demostrado haber penetrado ni comprendido jamás las reservas de la consciencia.

De acuerdo con el procedimiento de Freud, la liberación de estas inhibiciones y el desfacimiento de estos complejos se logra por medio de sueño hipnótico o por el artificio del lenguaje simbólico en ensueños y pesadillas. De ahí que el psicoanálisis, que nos habla de fenómenos psicógenos o anímicos y catarsis o alivio mental, antes que sondear las capas profundas de la individualidad y esclarecer el origen causal de los complejos reprimidos, de los conflictos de represión, para reintegrarlos a un equilibrio normal y estable, solo reza, como lo intenta, las capas más profundas de la personalidad, pero no penetra el mecanismo de la Mente, ni intima con la Consciencia, ni mucho menos alcanza a la presencia del Espiritu.

Bleuler llama el sistema de Freud Tiefepsychologie, "psicología profunda"; Breuer describe el psicoanálisis como una exteriorización anímica. Adler ve en las neurosis un medio de expresar las ansias de dominación, un tanto morbosa. Para Jung, el mecanismo íntimo o inconsciente es el sentido de la vida de cada cual. Pero Freud no toca a lo mental, puesto que se basa en simples funciones automáticas y reservas íntimas ajenas e inferiores a los interéses mentales. Con respecto a la consciencia y lo Espiritual, no hay porque ni mencionarlos aquí puesto que el propio Freud es implícito al respecto: trata de elementos de la subconsciencia, psicógenos o anímicos.

Desde luego, el psicoanálisis es una exploración psíquica, y requiere el análisis perspicaz y paciente de las asociaciones de ideas que va revelando el paciente, y sobretodo un dominio completo del mecanismo afectivo del individuo referido, además de una comprensión cabal de los procesos psicológicos. Es un método en extremo complicado y delicado que sólo puede dominar el psiquiatra observador y ducho, seguro de sí y capaz de infundir confianza. Los sedicientes psicólogos que pululan en clínicas y montan sanatorios a costas del psicoanálisis son simples farsantes, además de médicos fracasados, indignos de tratar a enfermos, puesto que ellos mismos son anormales temibles.

No se llegó a percibir la consciencia sino por medio de los experimentos por el método de la PSICOSOLUCION. Desde entonces, ésta ha dejado de ser un concepto abstracto o una función teórica, para convertirse en lo que es realmente: un mecanismo espiritual.

Pero la Consciencia no se penetra así como se quiera, ni cabe creer que se despierta y que se la hace actuar con sólo quererlo.Para despertar la Consciencia es preciso, antes que todo, saber lo que es.

Tomado del libro: “Experiencias de la Consciencia más allá del tiempo y el espacio. Pr. OM Cherenzi Lind.