CONÓCETE A

TI MISMO

conocete a ti mismo

 

 

Para que bien calcules lo que cabe en un alma,  conócete a ti mismo y fácil te será la lectura de lo ajeno. Paséate a menudo por el prado de tu yo íntimo y verás que hay flores exquisitas pero también mucha zarza que extirpar. Aquello que se hizo jardín primoroso, a la vuelta de los años es oscura selva dura para transitar. Es forzoso que limpies la maleza que tu propio abandono o aun más tu maldad, se gozó en provocar. Piensa que la mala es ponzoña que socava y se pasa sin escrúpulo al cercado ajeno. Si tu tierra está minada de mala hierba, tiende la vista y la verás reproducir en el campo vecino; si tus árboles acogen al insecto dañino, mira lejos y verás cómo corroe también el huerto colindante, pero si por lo contrario te ven diariamente podando y saneando lo inoculado, rastrillo en manos, tiende también la vista y verás cómo aquél, éste y el otro te observan a hurtadillas, no quieren que se sepa que copian tu sistema, pero irán poco a poco imitando tu gesto y siguiendo tu escuela. La obra no es de horas, tampoco de días, ni aun de años, es de lo infinito, con principio pero sin fin, cabría decir. En la perseverancia de tu tarea se irá haciendo  el crédito, te podrán creer todos y seguirte también, supuesto que exhalas agradable  y vas limpio  de engaños.

Empieza  por conocerte a ti mismo, por hacer balance de lo que tienes y de lo que falta, y cuando hayas aprendido a cuidar de lo uno  y a merecer lo otro,  ya verás cómo comprendes las necesidades del prójimo, ya verás cómo aprecias lo que vale, ya verás cómo te dueles del daño o de la inercia.

Cuida  de tu vida y dala después para la copia. No te quejes del vacío de otras si está en la tuya todo dormido.

Leonor Barraqué

Agosto 1937

Tomado del libro: Rosa Mystica. Por Omar Lind. Conde de Tolosa

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EL CONOCIMIENTO DE

SÍ MISMO

 

El primer requisito para alcanzar el propio conocimiento es llegar al convencimiento de la propia ignorancia; sentir en cada fibra del corazón que uno se engaña incesantemente a sí mismo.

El segundo requisito en una convicción, todavía más profunda, de que tal conocimiento – conocimiento intuitivo y cierto – pueda adquirirse mediante el esfuerzo.

El tercero y más importante, es la indomable determinación de adquirir efectivamente dicho conocimiento.

El conocimiento de uno mismo es una clase de conocimiento que se adquiere meramente por lo que los hombres llaman “análisis de uno mismo”. No se llega a él por razonamientos y otro proceso cerebral cualquiera.  Es el despertar de la Conciencia a la Naturaleza Divina del Hombre.

La adquisición de tal conocimiento es un éxito más grande que la adquisición del dominio de los elementos y que el conocimiento de lo por venir.

Procure el estudiante alcanzar el propio conocimiento, empezando así a comprender la recomendación que se hace a todos los aspirantes:

SABE – OSA – QUIERE – CALLA.