NO TENEMOS DE QUE QUEJARNOS

no tenemos de que quejarnos

Todas las cartas que recibimos de estudiantes de diferentes partes del mundo, expresando su felicidad por sus progresos obtenidos mediante las Lecciones del Curso de YOGA INTEGRAL PARA LA MUJER MODERNA, y diciéndonos de su profunda gratitud por haber sido beneficiadas de ese modo, constituyen motivos de sobra para sentirnos profundamente satisfechos, ya que nuestra misión está coronada de los mayores éxitos imaginables. De hecho, la YOGA INTEGRAL PARA LA MUJER MODERNA no es una simple fantasía o tan sólo una aspiración, bien al contrario, una bien definida realidad reeditada en forma de éxito no sólo una vez sino en múltiples oportunidades, casi podríamos decir, con premeditación, a voluntad.

Sí, a base de insistente anhelo y esfuerzos persistentes bien planificados, logramos triunfar. Esto lo decimos ahora, ya que la casi totalidad de nuestros estudiantes lo proclaman jubilosamente por todas partes. No tenemos de que quejarnos. Nuestros estudiantes van prosperando; no pierden su tiempo. Nosotros, también vemos fructificar maravillosamente nuestros esfuerzos en los triunfos de nuestros estudiantes.

Por lo que se refiere a nosotros, nos embarga la profunda satisfacción de haber cumplido nuestro deber para con la humanidad. Nos diferenciamos de aquel famoso escultor griego, Pigmalión de nombre, que tras esculpir una esplendorosa estatua de mujer, y hallándola tan perfecta en sus proporciones y en sus expresiones, se puso a hablarle. La hermosísima mujer esculpida, sin embargo, no respondía a sus expresiones de admiración devota y de exaltación mística ante tan sublime realización, y se desesperó, para culminar con la más terrible ira, y entonces, en un gesto de suprema desilusión, viendo que la mujer creada por él no era sino una estatua de frío y silencioso mármol, la destruyó a golpes irreverentemente asestados, con una furia indigna de un artista genial como era él.

Bien sabemos todos que el mármol sirve para carne de dioses, vírgenes, conquistadores y reinas, en manos de artistas genios, pero tan sólo como legados para la posteridad. En el presente, de hecho, debemos saber convertir al bloque de blanca sustancia calcárea en sublime realización de inspiración artística plasmada en hábitos de virtudes dignificantes y proporciones de maravillosa belleza que insinúa gestos de incitante elegancia y exhala gracia arrolladora, a fin de que haya dentro de ésta una obra ineludible que revele la magia del Amor en un corazón que palpita, también un alma que sueña, y en fin, espíritu que anima con nobles designios a la materia. La vida debe surgir de la concepción del genuino artista, convertido en mago de la ciencia, y proyectarse por todas partes en forma de ideal desafiante, encarnado en concreciones de noble realidad.

Pigmalión fracasó como artista. Nosotros hemos triunfado.


París, 25 de mayo de 1948